sábado, 30 de enero de 2010

red hot chili Karen





Yo me quedo con las raras. Son las que dan más juego. Y si además están buenas, mejor. Joder, este post podría parecerse uno de esos textos casicaspa del GQ, en la página dedicada a la starlette-actressette-modelette-socialette de turno. Me da igual. Coco Rocha me pone. Y Sibyl Buck. Y Shirley Manson. Algo pasa con las pelirrojas...

Pero sobre todo, I'm in love with Karen Elson. Es mi marciana de pelo rojo favorita, de lejos.

viernes, 29 de enero de 2010

todo online

Compraría por internet hasta el pan, si pudiera. Si Barcelona-Reykjavik o Crusto cogieran pedidos online, ahí estaría yo todos los días (o casi) encargando panes de nivel de cinco en cinco. ¿La compra quincenal? En Mercadona. ¿Los libros y los DVDs en inglés? En Amazon ¿las zapatillas? Sneakersnstuff o Colette y, si son de la temporada pasada y me quedé con ganas de ellas, Yoox, sitio donde es facilísimo encontrar básicos de Raf Simons o Carhartt, entre otras muchas marcas. Y, para caprichos caros de Givenchy o Demeulemeester, nada mejor que Luisa Via Roma. Yo, que fui una de las personas que recibieron aquel correo triste de parte de Boo.com, en el que anunciaban el cierre de la empresa, disfruto cada día encontrando nuevas y mejores tiendas online, de gafas de sol, de ropa deportiva, de lo que sea. El día que Ikea y H&M decidan apostar realmente por el online shopping (cosa complicada, pues la circulación de clientes por sus tiendas es para ellos una enorme fuente de ingresos, compras impulsivas), mi vida será casi perfecta. Últimas adquisiciones online: una (otra) sudadera con cremallera de Y-3, unos cuantos libros en Amazon y una helmet bag de Eastpak, la it bag más barata de la historia, más aún si la compras tirando de teclado y ratón (y Visa, claro).


jueves, 28 de enero de 2010

Dior vs Galliano


Nadie que haya presenciado alguna vez un desfile de alta costura (o, mejor dicho, de “haute couture”, dicho con la voz aquella zorrística de la Fashion TV) se atrevería a negar que se trata de la máxima expresión del lujo, entendido como lo que debería ser siempre: acumulación de valor añadido en un producto que condensa muchas horas de trabajo, de gente muy cualificada y con muchísimo talento, materiales exquisitos y décadas (o siglos) de tradición costurera. En los años 90, la irrupción de John Galliano como director creativo de Christian Dior marcó un punto de inflexión importante en la manera en que la alta costura era considerada por la industria y percibida por el público general. Galliano rompió las reglas no escritas (y alguna escrita, posiblemente) del sector y convirtió los shows bianuales de Dior en su enloquecido País de las Maravillas particular. Sus teatrales presentaciones (no sólo de alta costura, pero sí sobre todo de alta costura) se convirtieron en acontecimientos imprescindibles y consiguieron que la exposición publicitaria que le suponían a la firma compensaran, además del descontento de los que creían ver el sagrado nombre de Christian Dior “prostituido” por un tipo volado, los enormes gastos y ridículos ingresos que supone mantener viva una línea de trabajo así. A veces podría pensarse que John Galliano malgasta su indudable talento en diseñar una ropa que muchas veces no se comprará nadie y directamente no aportará ni un duro al balance de Dior, pero cuando uno ve las colecciones que diseña para su propia firma, puede llegar a pensar que para lo único que está dotado este hombre es para el disfraz virguero, para el arte excesivo en tejidos prohibitivos. Lo que en Dior es exquisito y suntuoso, es vulgar y desquiciado en Galliano. Esto se ve mucho en sus colecciones masculinas, inexistentes hasta hace relativamente poco. La insistencia de Galliano en llevar su filosofía haute couture a estos terrenos no hace sino generar imágenes impactantes, pero en el fondo ridículas, pues no se trata de dos mundos diferentes, el de la alta costura para mujer y las colecciones comerciales para hombre. No hay nada más sofisticado que un vestido de alta costura Dior, ni nada más hortera y chabacano que unos calzoncillos con “Galliano” escrito por doquier.



domingo, 24 de enero de 2010

Labanda-Barcelona

Jordi Labanda me parece un representante perfecto de la Barcelona actual. De lo que es ahora esta ciudad, creativamente hablando, convertida en una fotocopia borrosa de lo que debería ser, después de unos años, los ochenta y los noventa, en los que, aunque fuese a golpe de subvención y apoyo público, se colocó en el mapa de la creatividad mundial. Queda algo de aquello, claro, pero el frenazo es obvio y claro. Y, desgraciadamente, se hace más esfuerzo en querer ocultarlo que en intentar ponerle remedio y pisar de nuevo el acelerador. Pues aunque tengamos que volver a pagar entre todos la gasolina, ahora es cuando un crecimiento a base de innovación y creatividad es más necesario. Volvamos al principio: Labanda. Es la nueva Ágata Ruiz de la Prada, es decir, un producto de consumo infantil y juvenil que intenta negar lo evidente y pretende que nos creamos que lo suyo tiene validez. Como la colorida Ágata, algo me dice que los gustos personales de Labanda no podrían estar más alejados de lo que él mismo produce. Como Díaz Ferrán, dudo que Labanda comprase sus propios productos. Tampoco le culpo por ello, desde luego, pues eso confirmaría que tiene buen gusto.

sábado, 23 de enero de 2010

el año de las botas

En España no son populares, aquí el reinado de las All Star y, en su caso, las Dr. Martens es solidísimo, pero en América sí tienen un hueco y ahora, aprovechando la nueva pujanza del american style y el poder de los nuevos sistemas de promoción, están llamadas a convertirse en the next big thing. Hay que tener con cuidado porque se pueda pasar de ser the next big thing a the last thing (sin ni siquiera el big) en bien poco tiempo. Eso sí, si ese poco tiempo se aprovecha, el negocio es redondo. Si las terribles bambas Victoria, que afean cualquier look y cualquier caminar y cualquier todo (re)encontraron su sitio, lo justo es que las Palladium boots también lo hagan. Además, esta vez se trata de un calzado práctico, masculino y que cuanto más se usa más bonito está (nota: mi madre no opina lo mismo, ni mi suegra, y posiblemente las vuestras tampoco), con lo que no debería ser difícil que encontrasen su hueco. Ignoro donde se venden en España. Supongo que tendrán una distribución extraña, nada fashiom oriented, ni trend oriented, ni urban oriented ni oriented de ningún modo.


jueves, 21 de enero de 2010

sí, es él


Al final es todo bastante predecible. Dolce & Gabbana sacan modelos estupendos vestidos con ropas insulsas y repes, Armani vuelven a repetir motivos escudándose en eso del "estilo propio", Neil Barrett sigue siendo un casi casi (ya podría cuidar más la calidad y los acabados de sus productos, en vez de seguir deambulando por un estilo que está ya caducado), Raf Simons da en el clavo, Vivienne Westwood pasa de todo y los insoportables hermanos Caten dan el cante sacando como estrella de su predecible desfile a la celebrity desechable (o no) de turno. Siempre un personaje muy de la celebrity culture, pop, camp, masivo y trash. Pero este año se han pasado. Antes de darme cuenta de que era el cantante de Tokyo Hotel, creí que eran, por este orden, Maria Carla Boscono, Rosario Nadal o alguna drag queen anclada en la estética cyber de los 90. La realidad era peor, pero muy honesta. DSquared es una marca hortera diseñada por dos mamarrachos impresentables. Dan la imagen que tienen que dar, y tristemente, parece que funciona. No hay más que verlos en su papel de host duplicado del bizarro "Launch my Line". A ver si mañana me pongo y desarrollo este post un poco. Hoy no tengo ni valor, ni ganas, ni bilis. Símplemente piensa que cuando dices que te gusta la moda, hay quien cree que esto es moda y que, por tanto, esto te gusta. No señora: esto es mierda y a mí la mierda no me gusta.

martes, 19 de enero de 2010

divas disecadas

Igual es que Almodóvar no se entera. Igual su cine funciona mejor fuera de España (o es apreciado más, porque en España sus pelícuals se ven, eso es indiscutible) que dentro porque aquí ya estamos saturados de su costumbrismo inventado y su dramatismo menopáusico y mentiroso. A muchos su cine no nos resulta ni exótico ni novedoso ni estético ni sincero ni emocionante ni nada. Fuera quizá sí, de puro ajeno. A mí me parece símplemente artificial, relamido y muy marica, en el mal sentido, en el de ser autosecuestrado por una subcultura y unos símbolos que no hay que tomarse en serio. Almodóvar se toma a sí mismo tan en serio que da más risa que cuando rodaba aquellas entrañables gamberradas de principios de los ochenta. Ahora, cuando por edad se supone que debería estar atravesando un perdiodo creativo potente, vive instalado en una mediocridad de divas falsamente cotidianas que pone bastante nervioso. El cine es una gran mentira, eso está claro, pero puede (y quizá debe) transmitir algo de verdad. Eso, en las películas de Peeeeeeedro no ocurre, y todo es tan fabricado y tan poco natural que al final termino pensando que estoy viendo siempre la misma película, cada vez más taxidermizada y más desconectada. Que "Los abrazos rotos" en las competiciones internacionales esté siendo sistemáticamente barrida por la también discutible (pero por otros motivos) "La cinta blanca" de Haneke es justo y necesario. Por otro lado, que en España hayamos dejado un poco de lado al cineasta Almodóvar, mientras seguimos haciendo caso al mucho más intenresante personaje Almodóvar, tampoco me parece nada sorprendente. Y es que "Los abrazos rotos" es mala con ganas.


lunes, 18 de enero de 2010

Prada: dejándose de experimentos


No hay quien entienda a Miuccia. Ya no sabemos si sus colecciones son comerciales, conceptuales o WTF. Supongo que tendrá una confianza infinita en sus zapatos y bolsos, y en las lucrativas licencias (pese a que las colecciones de óptica, por ejemplo, no son dignas de la marca, y la perfumería nos gustaría que compitiese contra Comme des Garçons, y no contra Dior), para ser tan volátil en lo que a ropa se refiere. Su colección de hombre para el próximo otoño es, si la comparamos con las anteriores, un aburrimiento. Pero también es cierto que desde hace ya unas cuantas temporadas costaba encontrar imágenes del desfile que nos provocasen ganas de ir a una de sus tiendas y comprar como locos. Aquella colección de camisas abotonadas atrás, cinturones-tanga y falsos desnudos en prendas de color carne sería muy bonita como concepto, pero comercialmente no sé qué fue de ella. Su equivalente femenina, la alucinante "Back lace", tres cuartos de lo mismo. Crearon tendencia, sí (más para mujer que para hombre, la androginia vendida tan salvajemente no suele calar, lo de Hedi Slimane es otra cosa), pero no sé que dirá de ellas el controller financiero de la división de trapitos de Prada. En esta colección nueva, parece que Miuccia y su equipo juegan un poco al despiste, con ropas aparentemente anodinas, pero con detalles retorcidos, marca de la casa, como los cuellos difíciles (aunque no os extrañe que esa forma maxi y tan poco favorecedora marque la temporada...) y los juegos de proporciones. Todo mucho más sutil que en temporadas anteriores, muy parecido al Prada de hace casi diez años, el previo a la conceptualización extrema. En definitiva, una colección muy "americana", más de la pasarela neoyorquina que de la milanesa, con ciertos toques quizá demasiado Missoni y un claro acercamiento a las posturas de la extinta línea masculina de Miu Miu. Eso sí, esta vez sí que he localizado unas cuantas cosas que quiero tener, aunque, dados los precios, yo también tendré que ponerme límites.

domingo, 17 de enero de 2010

CP Company: lo quiero todo

Las americanas de tejidos tecnológicos de CP Company son ya un clásico, como las gabardinas de Burberry. Y además, son bastante más prácticas. CP es una de esas marcas que son consideradas muchas veces como "de segunda división", frente a los Guccis y los Bottegas. Su caracter eminentemente comercial y su renuncia a reinventarse dramáticamente la convierten, como a Y-3 o a G-Star en una "marca menor" para algunos, cuando la realidad es que sus números tienen pinta de ser mucho más saneados que los de las empresas de algunos diseñadores que por cada crítica elogiosa reciben tres notificaciones de impago. Pero poco a poco CP Company va escalando puestos y, mientras sus prendas se venden como churros, sus colecciones (diseñadas curiosamente por un discípulo de Galliano, el rey de las colecciones de pasarela comercialmente estériles) dejan de parecerles una anécdota sin importancia a los que hasta hace nada consideraban esta marca como un mero proveedor de prendas técnicas de calidad, incapaz de competir con Zegna o Prada, por poner ejemplos de dos marcas que siempre han tenido claro que las prendas de abrigo prácticas y cómodas son importantes, pues no todo son esmóquines de terciopelo o accesorios de pieles exóticas. Ahora que empezamos a ver las colecciones para el próximo otoño, la de CP Company es, como viene siendo habitual, de lo más apetecible. Claro que, todos sabemos que hasta que Miuccia no abre la boca (cosa que hará esta misma tarde) hay que andarse con pies de plomo, porque como la mujer diga plástico y estampados tiki, por ahí iran los tiros dentro de unos meses...



sábado, 16 de enero de 2010

moderno y con hambre

Moncloa no es Williamsburg, por desgracia para los que llevan ahora la famosa (sí, ya lo es) cafetería HD, penúltima sensación hostelera del modernerío madrileño. Una cafetería-cafetería, con su formica y su mierda por todos los sitios, reconvertida (conceptualmente, porque materialmente poca "re" se ve en el sitio) en una especie de bistrot-hamburguesería pensado para que lo frecuenten muchas All Star, pitillos (de los de vestirse con ellos y de los de fumar: sí, desfraciadamente se puede fumar aquí), gafas de pasta, barbas (¿cuándo va a terminar el reinado de las barbas? Quizá nunca, pues consiguen que tíos francamente feos tengan una segunda -incluso una tercera- oportunidad) y trapos comprados en tiendas de segunda mano y combinados con zapatos de Miu Miu. Esto último también es teoría, porque, insisto, por bien que se coma (no se come mal, eso es cierto, si te abstraes de la sensación de poca higiene que lo domina todo), HN no es Florent, HD no es Pastis y HD no es el Corner Bistro (qué maravillosas hamburguesas servidas en qué platos de plástico tan terribles...). Ser moderno es cansado, caro y arriesgado. Yo creo que me hago mayor, porque cada vez me cuesta más pasar por estos aros, aunque si son de cebolla sigo sin poder resistirme a la tentación...

viernes, 15 de enero de 2010

¿a qué huele Margiela?


Tampoco es tan dramático. Tras la salida misteriosa, dramática y un poco infantil del misterioso dramático y un poco infantil Martin Margiela de su propia firma, estaba claro que Renzo Rosso, dueño del invento desde hace unos años, pisaría el acelerador y convertiría a la máquina de hacer dinero potencial en una máquina de hacer dinero real. Posiblemente la forma y el timing del abandono del propio Margiela sea más una estrategia de marketing que otra cosa. Un "y ahora es cuando vamos a sacarle rentabilidad a esto" del que no se debe culpar ni a Rosso ni a nadie, porque cuando uno pone, compra o financia una empresa lo hace a cambio de beneficios económicos, y no de una página bonita en las enciclopedias del futuro. Sin embargo, como la página de Margiela ya estaba asegurada desde hace años, existía la opción de que Rosso (o Diesel, o el Diesel Group, realmente da lo mismo) mantuviese a la Maison Martin Margiela como fortín inexpugnable de creatividad extrema y arty, y la financiase con los tremendos beneficios que desgraciadamente parecen generar las colecciones de los horteras hermanos Caten, pues su marca DSquared es también parte del imperio Diesel. Parece que no fue así y Margiela no será sólo un capricho exquisito y deficitario, sino que intentará ganar dinero por sí misma, que para eso está en boca de todos desde hace ya mucho tiempo. Primero fueron las colecciones "demasiado comerciales", luego las "demasiado a la moda", luego la conversión de el logo-no-logo más logrado en un logo-logo-logo cansino y ahora, el consabido perfume, que primero se lanzará en Colette (cómo no. Algún día hablaré de este lugar límite) y luego su distribución se extenderá progresivamente. No sé a lo que huele, pero eso es lo de menos. El packaging es muy neo-Margiela (es decir, un poco una parodia del Margiela original y maldito), pero el concepto, una licencia lucrativa y rápida, es el de siempre. Supongo que se habrán hecho bien los números, y los ingresos por la venta del olor este compensarán los que se pierdan al popularizar demasiado la marca y quitarle (si es que aún lo tiene) su aura, conseguida tras muchos años de trabajo. Margiela ha muerto, viva Margiela.

miércoles, 13 de enero de 2010

elegí mal día para ir de rebajas

Otra de las cosas que me han traído los reyes magos ha sido una mañana de compras sin remordimientos. Y en rabajas, para más inri. Tras mi jornada rebajera barcelonesa, tan lógica y reflexionada, tan de fondo de armario, una segunda, madrileña, en la que voy a comprar no guíado por el cerebro, y ni siquiera por el corazón, sino siguiendo los dictados de a saber que órgano loco, porque si no no se explica que, a mis años, y a estas alturas, haya adquirido una camiseta de Baby Milo con el monito en cuestión acompañado del insportable Bob Esponja. Uno es fan de la esponja (y más aún de Calamardo), pero reconoce que este tipo de ¿merchandising? no cuadra con tener treinta y tantos. O no debería. Pasemos a la segunda compra absurda: unas gafas con la firma de Davidelfín, fabricadas por un productor regulero (ya podrían ser de Marcolini, o de Luxottica o de -preparen sus tarjetas de crédito- Linda Farrow) y bastante de medio pelo, la verdad. Compra impulsiva total y subidón de endorfinas automático. Tengo un par de cosas de esta persona-marca que me gusta y enerva a partes iguales. Es posible que él, que en el fondo fue de los últimos en llegar, sea uno de los pocos diseñadores de moda españoles que pueden permitirse el lujo de llamarse así. Diseña ropa y accesorios que vende (o no, ése es un problema) en una tienda real, con precios bastante reales y un nivel de estilo-concepto-ejecución que, tal y como están las cosas en el sector, no está nada mal. Que sea un fusilador descarado de diseños ajenos, que crea que él es el único que lee y va a exposiciones, que sus colecciones, en conjunto, nunca hayan despegado y sigan siendo inmaduras y obvias o que se centre en un mercado que posíblemente no exista en realidad es un poco lo de menos. Al menos entiende que la moda es deseo y fetichismo, seducción y artificio, realismo y sueño. David Delfín es una persona real y una empresa real, no sólo un mero recolector de subvenciones que, temporada tras temporada, se ríe del contribuyente desde el backstage de un desfile provinciano de la Pasarela Cibeles.

martes, 12 de enero de 2010

frío y caliente

Normalmente, en esta ciudad (hoy escribo desde Madrid) no hay demasiados días al año para plantarse la McMurdo. Suelen ser los justos para justificar la compra de tal prenda, para amortizar no tanto lo que cuesta (que no es tanto, y mucho menos si tenemos en cuenta lo efectiva que es contra el frío y las siguientes líneas de este post) sino el espacio que ocupa. Cuando uno vive en 35 metros cuadrados (no es mi caso, pero podría), uno tiene que elegir entre la McMurdo y un cuatro cajones en el armario. Pero este año, los afortunados propietarios de uno de estos abrigos han visto su inversión más que compensada. ¿Cuántos días de frío polar llevamos ya? Ayer, cuando desembarqué del AVE (una hora de retraso, algo completamente asumible dadas las circunstancias, más aún para alguien como yo, que ha pasado años soportando los crueles mangoneos del puente aéreo), sólo deseaba llegar a casa para cambiar mi absurda cazadorita por algo con más enjundia. Clothing as protection, como diría la Kawakubo. En días como estos uno agradece no ser mujer, y verse tentado de jugarse la vida enfrentándose al frío enfundada en algún modelito supuestamente invernal de Balmain. Lo que hace el señor Christophe Decarnin para esta marca es a la moda lo que “True Blood” a la televisión, es decir, un producto de enorme calidad asentado en un concepto que no podría ser más terrible. ¿Mal gusto consciente? ¿Buscada vulgaridad? Decarnin ha cerrado el círculo y ha hecho que los extremos se toquen. Las pobres furcias de las calles de Laos, que no han elegido ni ciudad ni profesión, se visten igual que las ricas herederas neoyorquinas que sí eligen: Balmain y más Balmain. It’s Balmainia out there. Desde luego, una mujer vestida con estos modelitos llama la atención y provoca erecciones, pero a costa de perder toda la dignidad. Toda y más si somos conscientes del precio de lo que lleva puesto. Cathy Horyn está convencida de que parte del atractivo abismal de la firma son sus desorbitados precios. Balmain es en sí misma un logo gigantesco (en forma de prenda muy pequeñita, eso sí) que dice que el dinero te sale por las orejas y que puedes permitirte que te pierdan el respeto al verte vestida así porque, con tu enorme fortunón, puedes volver a recomprarlo (el respeto) todas las veces que quieras. Y que llegado el caso podrías permitirte el lujo de salir a las calles congeladas así de mal (y poco) vestida, rodeada de esclavos portadores de estufas de queroseno portátiles.

domingo, 10 de enero de 2010

mal invento

Lo impensable. Una película protagonizada por Ricky Gervais y con apariciones de (atentos) Tina Fey y Jason Bateman no es graciosa. Bueno, un poco sí. Pero el resto del tiempo es cursi, muy cursi. Y mala. Peor: es mediocre, ni siquiera es disfrutablemente mala. “The invention of lying” aún no se ha estrenado en España. Si yo no la llego a ver por mi cuenta antes, no me la habría perdido el mismo día de su estreno. Y habría salido del cine echando pestes y diciendo que nunca más. Igual que la otra protagonista de la peli sea Jennifer Garner (esta chica no encuentra su sitio, o, lo que es peor, se lo intenta robar a Jennifer Aniston, ¡cómo si la Aniston tuviera uno, ja ja ja!) me debería haber escamado. Pero claro, ella también salía en "Juno" (con Bateman de marido, acordémonos) y además era de lo mejorcito (sólo a mí me pareció precioso su “If you’re in, I’m in”?), pero aquí, haciendo de espejismo romántico del Gervais...



Giorgio Armanisaurus

La tienda Giorgio Armani de la Diagonal tiene toda la pinta de ir a cerrar. Desde hace ya bastante se anunciaban (con un simple cartelito colocado en el escaparate, sólo visible de cerca) descuentos en el interior, ese eufemismo de las grandes firmas que significa, simple y llanamente, rebajas. Un 40% que ahora, temporada de rebajas reales everywhere, ha pasado a ser un 60. En el interior de la tienda, amplísima y del estilo "bunker de lujo" que caracteriza a las sucursales de la firma, percheros llenos de prendas, contados accesorios y sensación de lo que es, una liquidación de stock previa al cierre. ¿Cierre definitivo o temporal? ¿Cambio de ubicación de la boutique o marcha atrás de la firma en Barcelona? La víctima más clara de la expansión del imperio Armani ha sido precisamente su colección madre, la que lleva el nombre del genio. Porque es un genio, eso está claro. O lo fue, y ahora es un genio que se ha quedado atrás y ha sabido segmentar mal el negocio, o lo ha hecho mal, o demasiado, o demasiado poco. Armani ha cubierto todo el abanico, de productos y precios, y con ello ha perdido su esencia como totalidad. El espíritu Armani, el de la calidad, la discreción y, por qué no decirlo, la sosería elegante, siempre ha estado en Giorgio, pero las líneas "inferiores" (Emporio, Jeans, A/X...), enfocadas hacia targets bien distintos, la han devaluado. Y aunque nunca se bajó de sus pretensiones, ni de sus precios, Giorgio Armani, la marca, hace años que perdió presencia. El imperio incluso se extendió hacia arriba, hacia la alta costura que el propio Giorgio criticó tanto, con Armani Privé, que no consiguió demasiado reapuntalar la imagen de la firma y, por el contrario, la vació de contenido aún más. Necesitada de una intervención radical y revolucionaria (atreverse con una calendario de presentaciones propio, al margen de las temporadas establecidas, colocar a un personaje tipo Tom Ford dirigiendo la casa -aunque me da que él y mister Armani no se soportan- o replegarse sobre sí misma para después renacer), esta compañía gigantesca ha ido cediendo terreno en todos y cada uno de sus segmentos, hasta dejar de ser la número uno que en su día fue. Los desfiles y campañas de Armani (de ninguno de los armanis existentes) ya no son los que primero se analizan, ni sus propuestas las que más seguidores tienen. La famosa "elegancia Armani", con los años se ha convertido en inanidad beige e insulsez gris perla. Un dinosaurio que no sabemos si está muy bien domesticado, muy dormido o muy muerto.



sábado, 9 de enero de 2010

eres pc, eres mac


O eres de Pc o eres de Mac. Qué tópico y qué gran verdad. Yo soy un poco de Pc y un mucho de Mac. ¿Eso se puede? Pero desde ayer soy un poquito más de Mac. Da gusto cambiar así de ordenador, teniendo una gama amplia pero acotada, sabiendo cuando estás subiendo en la pirámide (de iBook a PowerBook, de 21 pulgadas a 27...) y cuando sólo te actualizas. En cambio, con los PC es todo un mundo de especificaciones, fabricantes, configuraciones y opciones. Como si el 99% de la humanidad supiera de qué le habla el que le intenta vender el trasto. Es más: como si el vendedor en cuestión supiera de qué está hablando él mismo. Con Mac eso también pasa, pero menos, porque los maquícolas nos dejamos secuestrar sin oponer resistencia, nos plegamos a las exigencias de un universo blanquito y con manzana que nos obliga a cumplir algunas reglas absurdas pero que a cambio nos premia con facilidades, rapideces y estéticas.


viernes, 8 de enero de 2010

(almost) death of a salesman


Menos mal que está Woody para ayudarnos a terminar el día relajados. Y gracias al libro de Eric Lax, durante unas cuantas noches. Pero no todos los días serán tan duros como ayer, primer día de rebajas, y primera vez que yo lo vivo. Mi flexibilísima jornada laboral actual, mi recién estrenada actitud de ahorro y mi hambre de chollo me lanzaron a las calles lluviosas de Barcelona con una lista de la compra rebajera. Cinco únicos ítems, tres camisas, una chaqueta y una sudadera, de los que sólo conseguí tres, las camisas de Furest, esa tienda imprescindible y rancia a la vez. En rebajas es la guerra, pero quien la sigue la consigue y, como en cuestión de camisas básicas y sin más historias Furest es imbatible, aguanté empujones, colas y paraguazos (yo también di alguno) para hacerme con ellas, con un descuento no escandaloso pero sí goloso. Lo de aquellas rebajas que empezaban en el 20% de descuento y poco a poco iban subiendo
(quiero decir, bajado) es ya historia, y mas en este año de crisis, stocks acumulados y facturación raquítica. Los 50% son los protagonistas ahora, en cartelones gigantescos en las tiendas más democráticas o en letreros finísimos, semiocultos en el escaparate en las más caras. Ésas que, sin embargo, llevan ya unos cuantos días (si no semanas) aplicando ya descuentos importantes en sus artículos, incolocables de aquí a un par de meses, cuando llegue el calor y nadie los quiera. Algo me dice que los outlets van a estar a rebosar para entonces, aunque vete tú a saber quien va a querer un abrigo de Margiela con un 80% de descuento en marzo, cuando la ola de frío haya dado lugar a otra de calor, y estemos ya todos circulando por la calle en bermudas y camiseta.

miércoles, 6 de enero de 2010

queridos reyes magos

Los reyes magos (que, como todos sabemos, son tres, y se llaman Amazon, Ebay y Yoox) me han traído esto.



Ellos saben que soy fetichista de los libros y de Prada, entre otras muchas cosas, así que no lo han dudado a la hora de elegir mi regalo. Un libro precioso, tan soberbio (en todas sus acepciones) como la empresa a la que está dedicado. Una buena combinación de edición clásica y ultramoderda. Aunque se echan de menos algunas imágenes y mas texto (una entrevista en condiciones a Miuccia y/o Patricio, por ejemplo), las partes dedicadas a las tiendas o los desfiles de la firma son estupendas. Así que hoy, que es a la vez reyes y día de reflexión pre rebajero lo dedicaré a hojearlo con cuidado y placer, a ver si así consigo quitarme de la cabeza otro fetiche, también suyo, que llevo deseando absurdamente desde que lo vi por primera vez fotografiado en alguna web. Dos veces los he tenido en las manos y dos veces les he dicho que no. Porque ni los necesito ni valen para nada, pero ¿acaso necesitamos algo realmente? ¿Y cuántas de las cosas que tenemos no valen para nada? Bueno, dejémoslo por hoy, que mañana será otro día. Y serán otros precios.


martes, 5 de enero de 2010

uneix-te al DIR!

Mi racanería, para depende que, no tiene límites. Una de las cosas que más me duelen es la cuota mensual del gimnasio. Al final, da lo mismo cuanto gastes en gimnasio, porque lo que marca al diferencia es si vas o no vas y si, cuando vas, haces o no haces. Que te den toallitas, que en las duchas haya gel o que la sala de pesas esté llena de latinas embutidas en lycras imposibles, porteros de discoteca, adolescentes flipados o señores de cincuentaytantos con la tripa gorda y las pantorillas finas y peladas (el famoso "efecto gallina") es lo de menos. Ésos son solo pequeños detalles que, sin embargo, a la hora de pasar por caja, cuentan. Engrosan la factura mensual, pero no hacen más fácil perder kilos de grasa o ganarlos de músculo. La pereza que me está dando ir de gimnasio en gimnasio en esta ciudad es directamente proporcional a lo absurdo de este toura en sí mismo. Lo que sí tengo claro es que me vale cualquiera menos los famosos DIR, esa cadena de gimnasios que es también secta y bastión de la catalanidad más rancia. Que manera paleta y torticera de entender las cosas. No me quiero ni imaginar un equivalente del DIR en Sevilla (caseta propia en la Feria, botellitas de fino en la máquina de refrescos, clases de cardio-sevillanas y soleá-yoga...) o en Valencia (dorados everywhere, concursos internos de falleras, paella-dance, lladró-cycling...). Es un sitio triste. Y caro. Y trapero. Y con ínfulas. Aún así, es el gimnasio "por defecto" de esta ciudad y todo el mundo parece estar de acuerdo en que lo siga siendo.

lunes, 4 de enero de 2010

pija/marica que

"Curso de personal shopper". Eso ponía en la caja que llevaba el mensajero que llamaba a un portal del Eixample esta tarde. El paquete era una caja negra, del tamaño de un pack de seis cartones de leche, más o menos. ¿Qué habría dentro?
No es que no me crea la profesión de "personal shopper". Es más, me creo cualquier neo-profesión del sector servicios, sobre todo si empieza por "personal". Lo del (personal) trainer sigue siendo (y posiblemente nunca dejará de ser) lo más snob del mundo, y podríamos decir que yo tengo uno, así que mejor me callo. Pero lo de que alguien te asesore en tus compras es algo que comprendo peor. Quizá es porque yo no lo necesito, o eso creo. Lo cierto es que hay muchas profesiones que podrían redenominarse como "pija/marica que + x", es decir "pija/marica que te ayuda a comprar", "pija/marica que te dice qué ponerte", "pija/marica que te decora/destroza la casa" y que en cierto modo denigran a las profesiones a las que realmente parasitan/parasitan. Hay estilistas y pijas/maricas que van de estilistas, decoradores y pijas/maricas que van de decoradores, etc etc. Si encima han hecho un curso por correspondencia, no hay quien les tosa, supongo. No he tenido el gusto de verme en una discusión al respecto con ninguna pija/marica que. Mataría por saber qué coño había en esa caja.



domingo, 3 de enero de 2010

spafóbico

Lo de relajarse no haciendo nada no va conmigo. A mí no hacer nada me pone nervioso, muy nervioso. Así que imaginaos cómo es mi relación con los spas: cuanto más lejos, mejor. Nos habían invitado a una noche en el Le Meridien Ra Beach de El Vendrell, pero yo lo del spa (que iba incluído en la invitación), como que no. Mejor un gin tonic en el bar, leyendo el FT Weekend. Mucho más relajante, dónde va a parar. Eso sí, tanto la cena como el desayuno, ambos de bufé, eran fabulosos. Un buen finale antes de la dieta rigurosa que he empezado hoy mismo. Un colofón de queso con fuegos artificiales de pastelitos y traca de panecillos con mantequilla. Y bacon, siempre bacon, eso no puede faltar en cualquier desayuno maximalista de hotel que se precie. Extraño haber pasado por tres hoteles de lujo en las últimas dos semanas, justo ahora que gastar dinero (y mucho) es lo último que debería estar haciendo. Por ahora me he quitado del coleccionismo (pues esa es la palabra) de zapatillas, que ya es algo. Lo de las zapatillas es una religión para muchos, eso es innegable. Y dentro de esa religión, mi secta, la de los adictos (pues esa es la palabra) a New Balance es quizá la peor secta. También estoy en proceso de desintoxicación de eso, e intentaré controlarme para no adquirir un (otro) par de New Balance 577 de edición limitada, diseñadas esta vez por la tienda berlinesa Overkill. No están mal, pero quizá se parecen demasiado a las Nike Air Maxim, ese modelo supuestamente revolucionario pero que me da la sensación de que no se ha vendido demasiado bien. Yo las compré rebajadas, cuando no era tiempo (ni mucho menos) de rebajas, y en la misma tienda Nike de Paseo de Gracia. A mi entrenador de PowerPlate (lujo que, por cierto, voy a tardar un mes más en quitarme) le encantan. Igual es por eso por lo que me mete esas palizas sobre la maquinita de marras, porque quiere heredar las Nike. Tiene sentido, ¿no?