viernes, 8 de enero de 2010

(almost) death of a salesman


Menos mal que está Woody para ayudarnos a terminar el día relajados. Y gracias al libro de Eric Lax, durante unas cuantas noches. Pero no todos los días serán tan duros como ayer, primer día de rebajas, y primera vez que yo lo vivo. Mi flexibilísima jornada laboral actual, mi recién estrenada actitud de ahorro y mi hambre de chollo me lanzaron a las calles lluviosas de Barcelona con una lista de la compra rebajera. Cinco únicos ítems, tres camisas, una chaqueta y una sudadera, de los que sólo conseguí tres, las camisas de Furest, esa tienda imprescindible y rancia a la vez. En rebajas es la guerra, pero quien la sigue la consigue y, como en cuestión de camisas básicas y sin más historias Furest es imbatible, aguanté empujones, colas y paraguazos (yo también di alguno) para hacerme con ellas, con un descuento no escandaloso pero sí goloso. Lo de aquellas rebajas que empezaban en el 20% de descuento y poco a poco iban subiendo
(quiero decir, bajado) es ya historia, y mas en este año de crisis, stocks acumulados y facturación raquítica. Los 50% son los protagonistas ahora, en cartelones gigantescos en las tiendas más democráticas o en letreros finísimos, semiocultos en el escaparate en las más caras. Ésas que, sin embargo, llevan ya unos cuantos días (si no semanas) aplicando ya descuentos importantes en sus artículos, incolocables de aquí a un par de meses, cuando llegue el calor y nadie los quiera. Algo me dice que los outlets van a estar a rebosar para entonces, aunque vete tú a saber quien va a querer un abrigo de Margiela con un 80% de descuento en marzo, cuando la ola de frío haya dado lugar a otra de calor, y estemos ya todos circulando por la calle en bermudas y camiseta.