Tras el bombazo que supuso en sus inicios, Prada Sport, la línea secundaria/deportiva/accesible (aunque quizá no sea ninguna de las tres cosas) de la gran Miuccia Prada ha perdido protagonismo. Eclipsada por las colecciones "de pasarela", siempre en primera plana, la tira de goma roja, tristemente, ya no es un must. Uno de los grandes logos de los últimos diez años se ha quedado un poco sin fuerza. Rompedora en su momento por muchos motivos, Prada Sport anda ahora de capa caída y, pese a que sus zapatillas o abrigos deportivos se niegan a salir del armario (y los sueños) de sus incondicionales, pide a gritos un un nuevo impulso, recuperar su identidad y reclamar el terreno que le corresponde y pertenece. ¿Será que las lucrativas licencias de gafas de sol o perfumería son suficientemente lucrativas como para sustentar la maquinaria de la Prada más rompedora, la de los desfiles impactantes, contradictorios y geniales? ¿Se intenta reconducir la línea hacia territorios nuevos para esquivar a los miles de imitadores y falsificadores que ponen gomitas rojas en cualquier chubasquero de mierda? ¿O es que el nicho que cubría la colección ya no existe? Cierto es que Prada Sport ha sido responsable de algunos de los precios más delirantes de los últimos años, y eso ha podido minar su credibilidad. También es verdad que no es facil hacer avanzar un concepto tan eminentemente práctico, sin caer en los errores garrafales que ahora pueblan el mítico outlet de la marca, el famoso Space de Montevarchi. Impermeables de plástico desquiciados, a quinientos euros la pieza, por ejemplo. Y gorros de natación normales y corriente, a treinta, con el único valor (si es que lo es) del logo. Eso no Miuccia, eso no. Tú no.
