La fiebre por expandirse cueste lo que cueste que vivieron las marcas de lujo allá por los noventa, y que a algunas les dura hasta hoy, tuvo sus consecuencias. Lo que entonces eran emblemas de lujo y glamour (no olvidemos que una marca de lujo vende más marca que lujo, es decir, es más evocativa que real, más simbólica que material) se convirtieron en letrujas doradas que estaban por todos los sitios, y sobre los pectorales (depilados o no, que ahí también hay modas) de todos los horteras, en los cierres de los bolsos de todas las macarrillas y en las cinturas (los cinturones-logo son el paroxismo de esta vulgarización y han hecho que hasta los de Hermès –lujo real- parezcan despreciables) de cualquiera. Se amplia la pirámide de consumidores, pero a cambio la cúspide se desmorona. El caso de Versace no es demasiado representativo (pues ahí pasaron más cosas, no sólo esto), pero el de Dolce&Gabbana sí, y mucho. Sus brillantes comienzos parecen ahora lejanísimos. Entonces, su estética sureña, sus mammas, sus mafiosos (aquella campaña con Justin Chambers antes de que el americano prefiriese ser un mal actor que un buen modelo) y su pasarela blanca eran deseables, pero fueron sustituidos por toneladas de purpurina, vulgaridad y futbolistas, y pese a que aún se distingue algo de genio el algunas de sus prendas (e incluso colecciones enteras), éstas apenas se ven, ocultas tras toneladas y toneladas de sublíneas mierderas, licencias de batalla y horterada superlativa. A cambio, millones en ingresos y muchos magnates-mangantes de economías emergentes (las suyas, no las de sus países; lo de la proliferación de millonarios en Rusia es indignante) alicatando hasta al perro con des y ges relucientes. Auténticas o falsas, qué más da, pues las dos son igual de ridículas.
miércoles, 16 de diciembre de 2009
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2 comentarios:
Muy bien explicado en muy pocas palabras. Esto de Dolce ya lo he dicho en el post de Prada Sport, la diferencia es que a Dolce Gabbana le ha pasado una factura enooooomre, tan grande que ha afecado a su línea de pasarela y ha convertido una casa que era cool en algo que sólo llevan los y las chonis.
D&G lleva años fuera de control, es una absurda fuga hacia adelante, pero mientras haya futbolistas, concursantas de "Gran Hermano", oligarcas rusos, marbellas y chuecas, tendrá combustible.
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