jueves, 24 de diciembre de 2009

regálame comida

Siempre he sido partidario de que me regalen y regalar yo comida. Una cesta de fruta tropical potente, o un buen lote de Poncelet o Tutusaus, chocolate de Bernachon o pijadas varias de Delishop o Felix. Y si encima es un cheque regalo, pues mejor todavía. Reinvidiquemos los cheques regalos. Fuera caretas: todo el mundo sabe ya lo que han costado sus regalos, así que no pasa nada por que la cifra aparezca en una tarjetita. Los cheques regalo son un regalazo, y no hay que esforzarse en envolverlos, ni pesan. Gastarse 10 euros en botecito de guisantes con wasabi y chocolate duele, pero invertir en ellos parte (o todo, en el caso de regaladores un poquito rácanos) de un cheque regalo, es, nunca mejor dicho, un regalo.


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