jueves, 18 de marzo de 2010

vivo en Barcelona


Por no tener, no he tenido ni período de adaptación a Barcelona. Tras años viviendo un 20% del tiempo aquí y el 80% restante en Madrid, invertir las proporciones no ha sido traumático. Nuevas rutinas, nuevos horarios, nueva tintorería (no os riáis: es importante) y nuevo casi todo. O semi-nuevo, más bien. Nuevo al 60%, el que va del 20% al 80%. Yo me entiendo. Echo de menos mi parque madrileño, y a mi entrenador David, pero ya le empiezo a coger el gusto a mis vueltas corriendo a la Escuela Industrial o que del vestuario a la piscina haya que subir escaleras, y no bajarlas. El primer día las subí, y aparecí en una oficina, en bañador y con el gorrito puesto. Y me he acostumbrado más rápido de lo que creía a este ordenador tan pequeñito, aún más que mi querido (y un poco celoso ahora mismo) iBook. Quizá no diga jamás “vivo en Barcelona”, mientras ese 20% de vida Madrileña siga existiendo. El primer fin de semana en Madrid de esta nueva etapa ha sido raro, lo reconozco. Como lo es hacer planes en Barcelona en día de diario, o madrugar o no tener que darle indicaciones al taxista que me lleva a casa.


3 comentarios:

RECIEN LLEGADA dijo...

Creo que ni Madrid ni Barcelona te permiten un periodo de adaptación,las odias y las amas a velocidad de vertigo;yo he vivido en las dos y aun no se cual elegir...
Precioso texto urbano¡
DELIA

659 kilómetros dijo...

Gracias, Delia!

Yo amo las dos ciudades y ahora ya puedo decir que soy de las dos.

Es nuestra pequeña versión del mundo bicoastal yankee, ¿no?

Anónimo dijo...

sí, la misma polaridad bicoastal! muy bueno! Pero, aunque sea políticamente incorrecto, no está Barcelona un poco sobrevalorada?